Giuliana y el Misterio del Dije de Mariposa

Giuliana era una muñeca de trapo con un corazón tan grande como su sonrisa. Su pelo brillaba como rayos de sol y siempre llevaba un collar sencillo de cinta azul al que le faltaba algo especial. Su inseparable compañero, White, un gato blanco travieso y curioso, siempre estaba listo para acompañarla en cualquier aventura.

Una tarde, mientras paseaban por el parque, White empezó a olfatear insistentemente cerca de un arbusto lleno de flores lilas. Giuliana se inclinó para ver qué había encontrado y, para su sorpresa, descubrió un hermoso dije de mariposa dorada. Parecía antiguo, pero brillaba como si tuviera vida propia.

—¡Qué maravilla, White! —dijo Giuliana, sosteniéndolo entre sus dedos—. Esto parece salido de un cuento de hadas.

Pero al sostener el dije, un suave zumbido llenó el aire, y de repente, una pequeña hada apareció flotando ante ellos.

—¡Gracias por encontrar mi dije! —dijo el hada, moviendo sus alas iridiscentes—. Soy Maribel, el Hada Guardiana del Bosque Brillante. Este dije tiene un poder especial: puede llevar alegría y suerte a quien lo use. Pero alguien lo escondió aquí para que no pudiera usarlo.

Giuliana, con su buen corazón, respondió:
—¡Nos encantaría ayudarte a recuperar su magia!

Maribel explicó que para reactivar el poder del dije, Giuliana y White debían encontrar tres objetos mágicos en el bosque: una pluma plateada, una flor que brilla en la oscuridad y un cristal transparente como el agua.

El dúo y el hada se adentraron en el Bosque Brillante, enfrentándose a desafíos inesperados:

  • En un claro lleno de aves parlanchinas, White tuvo que saltar con agilidad para alcanzar la pluma plateada escondida en un nido.
  • En un rincón oscuro del bosque, Giuliana usó su linterna para buscar la flor brillante, pero solo pudo encontrarla cuando White empezó a maullar, guiándola hacia un lugar escondido bajo un tronco caído.
  • Finalmente, en una cascada de agua cristalina, Giuliana sumergió sus manos para recoger el último objeto: un cristal que reflejaba todos los colores del arcoíris.

Con los tres objetos en mano, Maribel agitó su varita y el dije de mariposa comenzó a brillar con una luz cálida y dorada.

—Ahora, este dije será tuyo, Giuliana. Pero antes de dártelo, debes responder esta adivinanza:

«Soy ligera como una pluma,
y bailo al ritmo del viento.
Aunque no tengo voz,
digo mucho en mi vuelo.
¿Qué soy?»

Giuliana pensó un momento, luego miró el dije y sonrió.
—¡Eres una mariposa!

—¡Correcto! —exclamó Maribel—. Ahora el dije será tuyo para siempre.

Desde entonces, Giuliana nunca se separó de su collar con el dije de mariposa. En cada paseo, en cada aventura, el dije brillaba, recordándoles que la verdadera magia estaba en el amor y la amistad que compartían.

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