La luna llena iluminaba el antiguo edificio de la Academia Nunca Más, mientras Enid Sinclair, de colorido cabello y personalidad brillante, probaba en su dormitorio nuevos estilos para sus garras.
De repente, la puerta se abrió de golpe. Era su mejor amiga, Merlina Addams, con su característico aire sombrío y una ceja arqueada.
“Enid, necesitamos resolver algo. Ahora”, dijo Merlina, sosteniendo un pergamino viejo con letras casi ilegibles.
“¿Otra aventura de medianoche?” preguntó Enid con entusiasmo. “¡Cuenta conmigo! ¿De qué se trata?”
“Alguien ha robado un cuadro encantado de la galería secreta del colegio. Según este pergamino, debemos descifrar una adivinanza para encontrarlo.”
Enid saltó de su cama. “¡Un misterio! ¡Adoro los misterios! Excepto cuando hay sangre de por medio… ¿verdad que no hay sangre de por medio?”
“Eso está por verse”, respondió Merlina con una leve sonrisa sarcástica.
La Adivinanza del Pasillo Oscuro
Siguiendo las pistas del pergamino, las dos amigas llegaron a un oscuro pasillo que olía a libros viejos y polvo. En una de las paredes, un antiguo espejo comenzó a brillar, y una voz profunda y misteriosa dijo:
“Soy algo que se puede romper aunque nunca se toque. Siempre acompaño la confianza. ¿Qué soy?”
Enid frunció el ceño, pensando intensamente. “¡Oh! ¡Sé que lo tengo en la punta de la lengua! Algo que se rompe pero no puedes tocar…”
Merlina cruzó los brazos, impaciente. “Es obvio, Enid. La respuesta es…”
“¡La confianza!”, gritó Enid justo antes de que Merlina pudiera terminar.
El espejo emitió un brillo aún más intenso y se deslizó hacia un lado, revelando una puerta oculta. “¡Lo sabía!”, exclamó Enid, dándole un amistoso codazo a Merlina. “¡Soy una genio del misterio!”
“Un golpe de suerte, más bien”, murmuró Merlina mientras abrían la puerta.
El Cuadro Encantado
Dentro de la sala secreta encontraron el cuadro perdido: un lienzo que parecía moverse, mostrando paisajes que cambiaban según quién lo mirara. Cuando Enid se acercó, vio un bosque colorido lleno de flores y lobos amistosos. Merlina, en cambio, vio un paisaje gótico con tormentas eléctricas y un cuervo negro posado en una lápida.
“Sabía que esto tenía que ver con magia”, dijo Merlina, inspeccionando el marco. “El cuadro refleja las emociones más profundas de quien lo observa.”
“¡Es hermoso! Pero, ¿quién querría robar algo así?” preguntó Enid.
En ese momento, el director de Nunca Más apareció detrás de ellas. “Es una larga historia, pero ustedes han demostrado ser un equipo excepcional”, dijo con una mirada enigmática.
De Regreso al Dormitorio
De vuelta en su dormitorio, Enid estaba eufórica. “¡Esto fue increíble! ¿Crees que haya más misterios por resolver?”
Merlina, con su acostumbrado aire sombrío, respondió: “En esta escuela, siempre hay algo oscuro acechando. Y tú eres sorprendentemente útil, Enid. Aunque nunca lo admitiré en público.”
Enid le lanzó una almohada y ambas se rieron, porque, en el fondo, sabían que eran el equipo perfecto: lo brillante y lo oscuro, resolviendo misterios una garra a la vez.
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