Era una noche de tormenta en la Academia Nunca Más. Los relámpagos iluminaban el cielo y el eco de los truenos resonaba en los pasillos vacíos. Merlina Addams estaba en su dormitorio, afilando una colección de cuchillos mientras pensaba en sus experimentos más recientes. Pero algo la inquietaba: Mano no había aparecido en toda la noche.
“Esto no es normal”, murmuró Merlina, frunciendo el ceño.
En ese momento, Enid Sinclair irrumpió en la habitación, dejando un rastro de brillo por el suelo. “¡Merlina! ¿Sabes dónde está Mano? No lo he visto desde esta tarde, y honestamente, me siento un poco perdida sin sus pequeños… pasos escalofriantes por los pasillos.”
Merlina se puso de pie, su mirada fría pero decidida. “Mano no desaparece sin motivo. Esto tiene que ver con alguien que no entiende su… valor único. Vamos a buscarlo.”
El Mapa del Cráneo Negro
En el vestíbulo principal de Nunca Más, las amigas encontraron una pequeña pista: un papel arrugado con un dibujo de un cráneo negro y unas coordenadas garabateadas. “Esto parece sacado de un juego de misterio”, comentó Enid, intentando sonar optimista.
Merlina, sin inmutarse, giró hacia ella. “No es un juego. Es una advertencia.”
El mapa las llevó a la biblioteca prohibida, donde las estanterías parecían estar hechas de sombras vivas. Al entrar, un libro antiguo cayó al suelo por sí solo, abriéndose en una página con una adivinanza:
“No tengo vida, pero puedo bailar.
No tengo ojos, pero puedo mirar.
¿Quién soy yo?”
Enid dio un pequeño grito de emoción. “¡Me encantan las adivinanzas! Espera, ¿un esqueleto? ¿Un espantapájaros? ¿O tal vez una… sombra?”
Merlina permaneció en silencio, mirando el libro fijamente. “No, la respuesta es… Mano.”
El libro se cerró con un golpe, y las luces de la biblioteca parpadearon. Un pasadizo secreto se abrió ante ellas, revelando una escalera que descendía a lo desconocido.
El Rescate de Mano
Bajaron las escaleras hasta llegar a una habitación sombría, donde encontraron a Mano atrapado en un frasco de cristal, rodeado de runas brillantes. Un grupo de estudiantes traviesos estaba allí, riendo mientras intentaban descifrar cómo usar los poderes mágicos de Mano para sus propios fines.
Merlina avanzó con una calma aterradora. “Les daré tres segundos para liberar a Mano, o aprenderán por las malas lo que significa subestimar a un Addams.”
Enid, detrás de ella, intentó añadir algo de dramatismo. “¡Sí! Y… también los regañaré hasta que se disculpen.”
Los estudiantes, aterrorizados, huyeron, dejando caer el frasco. Merlina lo atrapó justo antes de que tocara el suelo y liberó a Mano con un giro rápido de su muñeca. Mano dio unos pequeños golpecitos de agradecimiento en el brazo de Merlina y luego corrió a hacer una elaborada coreografía de dedos que hizo reír incluso a Enid.
De Vuelta al Dormitorio
“Sabía que Mano estaría bien, pero aún así, odio cuando lo subestiman”, dijo Merlina mientras regresaban a su dormitorio.
“¡Eso fue increíble! Bueno, excepto por el susto inicial”, dijo Enid con una sonrisa. “¿Sabes? Creo que podríamos ser detectives. O, ya sabes, tú la detective oscura y yo el toque colorido.”
Merlina esbozó una leve sonrisa, lo más cercano a una risa que permitía su naturaleza. “Tal vez. Pero no lo publiques en redes.”
Mano saltó sobre la mesa, haciendo un pequeño gesto que claramente decía: Estoy listo para más aventuras.
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